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EDITORIAL Estimado socio: El pasado mes de septiembre tuve la suerte de participar de la conferencia anual del Council of Supply Chain Management Professionals (CSCMP) que se realizó en Orlando. Aproximadamente unos quince argentinos fuimos parte de los más de 2500 profesionales de la logística que intercambiaron opiniones y asistieron a diferentes conferencias sobre las temáticas actuales y futuras de nuestra actividad, en el marco del encuentro más grande del mundo en el tema (aunque lejos de las épocas donde el número de asistentes superaba cómodamente los 5000). Estos eventos cuentan con dos tipos de actividades: la parte académica propiamente dicha, y las visitas de campo. En mi caso, trato siempre de aprovechar ambas. En esta oportunidad pude visitar un centro de distribución ubicado en las afueras de la ciudad de Orlando, de unos 30.000 m2, que combinaba las operaciones de muebles de oficina y librería con una típica operación de consumo masivo (bebidas y alimentos). El primer gran dato que me aportó la visita fue lo familiar de lo observado. Con sumo placer es que les cuento que no vi nada que fuera ajeno a nuestras latitudes: tecnologías, procesos y sistemas iguales o muy similares a los que estamos utilizando aquí; eso sí, la gran diferencia se percibe a la hora de analizar el modelo como un conjunto, y no por segmentos. Tenemos la misma infraestructura de depósitos, los mismos elementos tecnológicos (máquinas, terminales de radio frecuencia, etc.), los mismos sistemas y el mismo personal capacitado; sin embargo, nuestra performance global es inferior. No logramos aceitar los engranajes para funcionar en armonía en comparación con el denominado primer mundo. Los índices de ausentismo, accidentologia, order full filment, on time delivery, etc., son significativamente mejores que los nuestros, y no encuentro muchas más explicaciones que el foco y nivel de compromiso de todos los integrantes de la cadena con el objetivo final. Es verdad que hay variables que a nosotros nos ocupan gran parte de nuestra agenda, que resultan difíciles de explicar a un gerente o jefe de depósito de Orlando, y evidentemente esas son las piedras que debemos quitar de nuestro camino para mejorar. Por ejemplo, la operación que estoy describiendo cuenta con aproximadamente ochenta colaboradores a los que se los notaba comprometidos en alcanzar los objetivos fijados, en cumplir con su tarea, siendo parte de un equipo de trabajo que los incluye y respeta. No existe representación sindical alguna, básicamente porque no es necesaria. Las variables macroeconómicas y de coyuntura también aportan su granito de arena; la estabilidad de costos elimina una de nuestras mayores improductividades, las negociaciones tarifarias periódicas con proveedores de todo tipo. Y por último y fundamental: el acceso a información de benchmarking les permite entender dónde están parados respecto del nivel de servicio que prestan en un mercado altamente consumista, maduro y muy competitivo, en el que un buen servicio logístico determina un mejor posicionamiento frente a la competencia. Son diferencias que a simple vista parecería sencillo corregir, pero nuestra realidad nos lleva a tomarlas como una referencia del largo camino que nos falta recorrer para poder competir. Debemos corregir estos engranajes que, sin ningún lugar a dudas, son genuinos generadores de valor agregado si queremos aportar valor y aumentar nuestros márgenes. Desde esta última editorial del 2016, con el año ya casi terminado y las expectativas puestas en un 2017 que a priori promete devolvernos a la senda del crecimiento, los invito a todos a tomar las referencias citadas para que, entre todos, podamos ir haciéndolas una paulatina y deseada realidad. Hernán Sánchez SUMARIO Los caminos rurales, por Laura Ponasso CEPAL: horizonte 2030. Hacia un nuevo modelo de mundo El tren y los pueblos fantasma, por Jorge Sánchez Actividades de Arlog Sumario de los primeros cinco años de Concepto Logístico |
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